No desprecies las rosas del azar o de la fortuna; antes bien, acepta
complacido la generosidad de sus regalos. Atiéndelos con la vehemencia
que se percibe en la claridad de tus ojos. Gózalos como bienes generados
en la miel, porque ellos te llevarán a la dulzura. Toma tu parte del
botín y exprímela hasta el desvanecimiento. Luego entona con júbilo las
alabanzas que la diosa merece.
Se me ha caído de golpe
la vida sobre la espalda.
Y me ha cargado los hombros
de pesos que no se aguantan,
de cosas que me decías
y se desdicen por falsas,
de besos que se han torcido
y en otros labios se estampan,
palabras que fueron flores
y que hoy se visten con faldas.