sábado, 31 de diciembre de 2016

El amor que llegó a ser vómito


Rosa, empinando los codos

El amor que llegó a ser vómito
 
Yo sólo soy el perro
que te lame y te huele,
que te sigue y que te, te, te...
(infusión a la hora de los toros).

La mano ejecutora
de tus y tus y tus,
en relación con mis y mis y mis,
incluyendo los crímenes
de lesa intimidad y ciertas
lesiones de autoestima.

He matado por ti
las penas en alcohol, y ahora
me consumo en las cárceles
de cuba: cuba llena, cuba en casa
cuba libre de embargos
y de prohibiciones;
de beber hasta límites
de peligrosidad insospechada
por los globos espiritosos;
de anestesiar el ego
con tragos de repetición,
con tragos de repetición,
con tragos de repetición...
y de matar la ausencia
de ti, tú, te, contigo,
descorchando botellas
de soledad
que convierten el llanto en
espumosos vaivenes de cabeza.

Mi ambición es caer
en un profundo coma, coma,
donde no haya necesidad
de ser esto o aquello,
ni conciencia más alta que el olvido,
ni noche ni mañana que no sean
una cárcava oscura.

Mi deseo es caer
en un puro nirvana, Ana.
¿Ana? Apártate de mi, re, sol,
que voy a echarte encima la papilla.
 
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

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